En algún momento del ejercicio clínico, muchos profesionales de la salud mental perderán a un paciente por suicidio, pero pocos estarán preparados para la experiencia y sus consecuencias. Se presenta un articulo (en dos partes) donde se analizan las secuelas de perder a un paciente por suicidio, incluidas las preocupaciones legales y éticas, las restricciones de confidencialidad que pueden impedir discutir y procesar la pérdida, las reacciones de culpabilidad / falta de apoyo de los colegas, el estigma en torno al suicidio y la vulnerabilidad profesional, así como los posibles efectos sobre el trabajo clínico. En la segunda parte del artículo, se exploran las oportunidades de crecimiento personal y profesional que pueden resultar, paradójicamente, de una pérdida por suicidio, pautas para las intervenciones y procedimientos apropiados que deberían tener lugar después de tales pérdidas, y cómo apoyar mejor a un colega que ha perdido a un paciente por suicidio.